Como si se tratara de una versión moderna de la antigua pintura al fresco que ha marcado la historia de la ciudad, el arte callejero en Padua tiene raíces profundas e importantes. Hoy en día muchos muros, incluidos algunos bien conocidos como el de la clínica de oncohematología pediátrica del hospital, están decorados con las obras de firmas de renombre, conocidas también a nivel internacional y muy paduanas.

La historia del street art en Padua tiene sus raíces en los años ochenta, cuando llegó a Italia la cultura del hip hop con los monopatines, la música rap, el break dance y, naturalmente, los grafitis.

En aquella época empezaron a aparecer las primeras firmas en los trenes y las paredes de la ciudad. Letras y siglas que van evolucionando con gráficos coloridos cada vez más sofisticados. A principios de los años noventa llega el turno de la «crew» (grupo de artistas callejeros) EAD, «Esquela Antigua Disciples», en la que participaron nombres que después alcanzarían la fama en el mundo del street art también fuera de las fronteras italianas, como Boogie, uno de los fundadores, Axe, Joys, Made514, Peeta y Onion, todos ellos nacidos a mediados de los años setenta.

Entre polémicas y críticas, también en los círculos artísticos paduanos, el street art empieza a valorarse cada vez más y, con los años, los artistas que inicialmente fueron tildados de simples «grafiteros» o peor, de vándalos, se convierten en protagonistas también en las galerías. Las obras poéticas de Kenny Random, las creaciones entre el sueño y la realidad de Tony Gallo o las revestidas de una pizca de nostalgia de Alessio B se volvieron familiares para la mayoría, pero también trabajos gráficos menos directos, como las firmas de Boogie y las tramas de Joys, son apreciados y celebrados actualmente incluso por personas no apasionadas por el street art.