El spritz tiene un origen totalmente véneto, en concreto paduano, y una larga historia a sus espaldas. Se pide en los bares normalmente a la hora del aperitivo, que en Italia se toma por la tarde (después del trabajo y antes de la cena), pero se puede degustar también antes de la comida o después de la cena, como si fuera un auténtico cóctel.

Los orígenes

El spritz tiene sus raíces en el periodo en el que los soldados austrohúngaros dominaban el reino lombardo-véneto. Los soldados no estaban acostumbrados a las graduaciones alcohólicas del vino blanco del territorio y preferían “estirarlo” con agua con gas o seltzer (en alemán, “spritzen”). Muchos años después se presentó en la primera feria Campionaria de Italia, celebrada en 1919 en Padua, el ya famoso Aperol de los hermanos Barbieri, Luigi y Silvio. Hacia los años cincuenta se probó a combinarlo con los ingredientes originales, y así nació el spritz tal como lo conocemos en la actualidad.

La receta

La receta original sigue siendo revisada hoy en día por muchos establecimientos que ofrecen alternativas interesantes, pero el sabor resulta siempre inconfundible. Por tanto, ¿qué lugar mejor para degustar el spritz que la ciudad donde nació? En el centro de Padua y alrededores hay un sinfín de cafés, restaurantes y bares donde probar la bebida alcohólica más famosa de la región, convertida en 2011 en un cóctel oficial de la IBA (International Bartenders Association). La versión clásica requiere incluir en el vaso una aceituna y una rodajita de naranja, y servir como acompañamiento unas patatas o un pequeño aperitivo.

Las plazas, los soportales y los rincones más característicos de la ciudad crean un marco incomparable para la experiencia de degustación del spritz, que forma parte indiscutiblemente de la vida y la atmósfera paduanas.