De estilo románico-gótico, la iglesia de Santa María de los Siervos (“Santa Maria dei Servi”) se distingue por su ubicación original: paralela al paseo peatonal, se abre a la Via Roma con un elegante pórtico de 1510, sostenido por diez pilares octogonales procedentes de la Capilla del Santo de la Basílica de San Antonio. Bajo el pórtico se abre un bello portal que sirve de entrada principal. El interior, restaurado en 1927-30, presenta una sola nave de techo alto y vigas expuestas.
El monumental altar barroco de la Dolorosa, obra de Antonio Bonazza, recibe a los fieles frente a la entrada con una estatua de la Virgen con Niño del siglo XV. A los lados del altar mayor se abren dos capillas: la de la izquierda alberga un crucifijo de madera de Donatello, una de las primeras obras del gran escultor en la ciudad y objeto de un suceso milagroso.
Según narran las fuentes, en febrero de 1512 el crucifijo exudó sangre por el rostro y la parte izquierda del pecho durante quince días, hasta la llegada de la Semana Santa. El obispo de la época, Paolo Zabarella, llenó un vial del líquido milagroso.
Aquel suceso extraordinario eclipsó la importancia artística de la obra, y no fue hasta 2006 que las investigaciones de Marco Ruffini corroboraron la autoría de Donatello.
Gracias a un largo y minucioso proceso de restauración, el crucifijo ha recuperado su esplendor y ha sido devuelto a la capilla.