El Santo, es decir, san Antonio de Padua. Para los devotos paduanos, el nombre de pila es innecesario: es él por antonomasia. Y no se puede confundir con ningún otro. En su ciudad natal, la capital de Portugal, los rótulos muestran su nombre, naturalmente, pero con un añadido importante: san Antonio de Lisboa, llamado de Padua. Una curiosa mención entre poblaciones que da una idea de cómo fue su vida.
Pero no podemos quitarle la razón a la nación lusitana, ya que su breve existencia de 36 años se repartió entre Portugal y diversos viajes, dejando solamente algunos periodos de escasa duración a su tierra paduana. Acompañados, eso sí, de una miríada de milagros.
El 13 de junio de 1231, sintiendo que su final era inminente, el taumaturgo pidió que lo llevaran desde la pequeña ciudad de Camposampiero (veinte kilómetros al norte de Padua), donde era huésped del conde Tiso, hasta la localidad de Arcella, en la periferia septentrional de Padua. Descubre todos los lugares del Santo.
La idea de construir enseguida una gran basílica en el lugar donde se alzaba, casi mil años antes, la minúscula iglesia de Santa Maria Mater Domini, a pocos metros del Prato della Valle, le pareció la solución más natural a los fieles paduanos, un acuerdo tácito, no escrito pero sí soñado, una tarea «obligada» para venerar a una leyenda viva. No es casualidad que san Antonio haya adquirido con el paso de los siglos una popularidad aún mayor que la de san Francisco, hecho que se refleja sobre todo en los países latinos, donde su nombre se encuentra no solo en las calles, sino también en colegios, institutos, universidades y negocios.
Descubre el Camino de San Antonio y el tour Padua desvelada, que sigue las huellas del Santo en el centro de la ciudad.
