Padua y el Santo
Cuando se habla de Padua, resulta casi inevitable pensar en san Antonio y en lo que significa en todo el mundo: un santo que se ha representado con tanta frecuencia que quizá sea el más popular de todos. Con sus numerosos milagros, ha tocado el corazón de muchas personas y ha cambiado el curso de la historia. Un santo que ha dejado un legado espiritual inmenso a sus sucesores: para Padua, es simplemente «el Santo».
Testimonios en la ciudad
La ciudad y su provincia están llenas de testimonios históricos de su vida, empezando por el «Santuario del Noce» de Camposampiero: aquí se alzaba un nogal sobre el que el conde Tiso construyó una celda para el Santo, que usó como pequeño eremitorio de oración y contemplación; el cercano «Santuario della Visione», que conserva en su interior la celda del viejo convento donde Antonio recibió en brazos al Niño Jesús; el «Santuario dell’Arcella» en el barrio homónimo que custodia el «lugar del tránsito de san Antonio», donde desde hace ocho siglos sigue viva la tradición que evoca la vigilia del 13 de junio; y, obviamente, la Basílica de Padua, con la tumba y las reliquias del Santo, conservadas en un ambiente repleto de obras de incalculable valor artístico y que atraen cada año a millones de peregrinos y visitantes de todo el mundo.
El Camino de San Antonio
La historia de san Antonio se entrelaza inevitablemente con la de la orden de san Francisco, y es precisamente este hilo invisible el que conecta los diversos lugares antonianos de la ciudad con otros más lejanos que han dado vida a lo que hoy conocemos como el Camino de San Antonio, un recorrido por etapas, trazado y cuidado por la asociación homónima, que une en un eje principal entre Padua y La Verna las tierras por donde pasó Antonio, los lugares donde aún se conservan algunas reliquias del Santo y los de mayor relevancia devocional, que incluyen Venecia, Bassano del Grappa, Gemona del Friuli o Milazzo en Sicilia.
