Paseo por Via Umberto I y Via Roma

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Prato della Valle: «Hasta mediados del siglo pasado, este lugar no tenía otra virtud que su amplitud: las ruinas de un teatro romano (el Zairo), la iglesia de Santa Justina, el cenobio de los opulentos monjes benedictinos y los recuerdos históricos. Pantanoso y húmedo, era un receptáculo de aguas estancadas salpicado de juncos, un nido de insectos. El «Provveditore» veneciano Andrea Memmo lo transformó en un lugar delicioso» (Chevalier, 1831). 

Del Prato della Valle existen los grabados de Canaletto, antes de la remodelación de Memmo en 1744. Es una de las mayores plazas de Europa (pero no la segunda, como se afirma a menudo), con una superficie de 88.620 metros cuadrados. A la zona central −la elíptica Isola Memmia− se accede por cuatro puentes (dos con obeliscos, uno con cuatro estatuas de papas y otro al que le faltan dos estatuas). En la parte interior y exterior del canal (el agua procede del Bacchiglione, pasa bajo el puente de la Porta Santa Croce y el baluarte y, siempre de forma subterránea, atraviesa la Via 58. Reggimento Fanteria Abruzzi y desemboca en el Puente de los Papas) pueden contemplarse en total 88 estatuas de piedra de Vicenza que representan figuras vinculadas de alguna manera a la vida de la ciudad o de la universidad. 

En el interior, dos avenidas en forma de cruz confluyen en una fuente. La plaza se llamó «de las estatuas» y después «Vittorio Emanuele II» (Víctor Manuel II). Las estatuas están numeradas en los pedestales. Cabe destacar la número 85 del recinto interno que representa a Andrea Briosco, escultor paduano fallecido en 1532; a sus pies podemos ver el busto de la poeta paduana Gaspara Stampa (1523-1554), única presencia femenina. 

Seguimos la numeración del Prato della Valle girando hacia la izquierda para el que llegue desde Via Umberto, comenzando por el número 1 con el Palazzo Angeli del siglo XV, antigua residencia de Andrea Memmo con su amada, la inglesa Giustiniana Wynnie. 

El edificio alberga desde 1998 el interesante Museo del Precinema «Minici Zotti». Bajo el pórtico podemos admirar el fresco de la «Annunciazione» (la Anunciación) del siglo XVI. 

En el número 9 se encuentra el Palazzo Sartori-Morassutti (antiguamente Vendramin-Calergi), que el 1 de agosto de 1866 hospedó a Víctor Manuel II (como indica una placa en la fachada). En los números 21-22 se alza una casa erigida en 1434 por Palla Strozzi, el humanista florentino exiliado en Padua, donde murió en 1462. En la zona contigua se hallaba la iglesia de Santa María de Belén («Santa Maria di Betlemme») de las hermanas agustinas. En los números 23-24 destaca el palacete de la esquina junto al hospital para ciegos de 1441. 

Via Luca Belludi, palacetes de Agno Berlese (1922-1930): «Las estrechas bíforas, los balconcitos, las numerosas decoraciones polícromas, pero sobre todo la torreta de la esquina, caracterizan la intervención adoptando un tono neomedieval con huellas de art decó, en sintonía con el gusto de aquellos años». 

En el número 29 se alza casa Brunetta (1962). Conserva el aspecto tradicional exterior del complejo residencial preexistente; en su interior, el arquitecto Brunetta lo reconstruyó íntegramente con un proyecto moderno, superando los límites de una construcción larga, estrecha y alta, y dejando en el centro un amplio espacio abierto, donde la luz que desciende desde lo alto ilumina todos los ambientes residenciales, que se desarrollan sobre varios planos y en diversos niveles, delante y detrás. 

En los números 41-44 encontramos la Casa de los Armenios (actualmente Tonzig). Aquí se hallaba el «Stallone», que ofrecía refugio nocturno a los animales durante la Feria del Santo y que entre 1778 y 1792 alojó el «Teatro del recinto» o «Teatro Vacca». El edificio fue encargado por el acaudalado armenio (de ahí el nombre) Abramo Aganoor, llegado a Padua desde Persia. Aquí nació su nieta, la poeta Vittoria Aganoor (1855-1910). Detrás del teatro Stallone se hallaba el oratorio de San Leolino o Leonino (para los paduanos, San Violin) y, a su lado, la capilla de San Miguel −ambos desaparecidos− y la «escuela de las parteras o comadronas» para la «formación de 12 mujeres por parte del Estado; tras superar las pruebas, se las envía de vuelta a su patria a ejercer la obstetricia» (Brandolese, 1795). 

Llegamos así a la basílica de Santa Justina y al monasterio de los benedictinos. La basílica es la novena en el mundo por sus dimensiones, alcanzando los 120 metros de longitud. En los cuatro nichos de la fachada, incompleta y sin adornos, hay cuatro esculturas modernas de Novello Finotti que representan a los cuatro evangelistas. En la escalinata de acceso hay dos grifos en mármol rojo que impresionaron a Théophile Gautier en su viaje por Italia (1852). 

La sencillez de la fachada contribuye a la sorpresa que se lleva el visitante en el interior. 

«Quien pueda pasear por estas amplias naves, por estos cruceros, y no estremecerse ante su carácter majestuoso y sentir que un sentimiento de asombro y admiración se extiende por su alma,  pobre de él». (Chevalier, 1831). 

En la capilla de San Lucas se halla el sepulcro del evangelista con su cuerpo, obra de un escultor véneto, encargado en 1313 por el abad Gualpertino Mussato. Y en lo alto, una copia del siglo XVI de la «Madonna costantinopolitana». De Amleto Sartori (1960) son la cornisa, los dos ángeles en vuelo y los ocho brazos portalámparas de bronce. 

En el ala del monasterio de Santa Justina que da al Prato, en el número 64 se encuentra ahora la sede del 5.º Comando de la región militar nordeste. En su interior conserva el claustro de la puerta y el claustro pintado con escenas de san Benito. En el número 71 se encuentra el antiguo Foro Boario −el área fue propiedad de los padres armenios mequitaristas−, construido en 1913-14 por el ingeniero Alessandro Peretti. 

En el centro de la fachada hay un arco flanqueado por dos pares de columnas que soportan el frontispicio, en el que destaca la «Escena del mercado» del paduano Antonio Penello. En su interior aloja el interesante Museo de la Marina. Aquí se encontraba la iglesia y el convento de la Misericordia, de las monjas benedictinas. 

En los números 80-81 se alza el imponente Palazzo Grimani (ahora Verson), en la esquina con Corso Vittorio Emanuele. 

Entre 1520 y 1556, los Grimani compraron un bloque de casas e iniciaron la construcción. En 1621-30 Francesco Grimani realizó nuevas obras, basadas en un diseño del proto o arquitecto principal de la ciudad Francesco Contin. 

En el número 82 se halla el Palazzo Zacco, actualmente sede del club de oficiales militares «Circolo ufficiali di presidio», en la esquina con Via Alberto Cavalletto. 

En su tiempo fue propiedad de los padres armenios mequitaristas y albergó el colegio Moorat para estudiantes armenios. El palacio se apoya en siete arcadas con pilares de piedra almohadillada. En la cornisa pueden verse agujas, lunetas y buhardillas. Se completó en 1556-57 conforme a un proyecto de Andrea Moroni. 

En el número 88 encontramos el Palazzo Duodo, ahora sede del mando de los carabineros. Y en el número 99, la Loggia Amulea, el «telón de piedra», que fue un colegio para jóvenes nobles fundado por el cardenal Antonio Da Mula o Amuleo, destruido en un incendio en 1822. El ayuntamiento decidió construir un edificio con logia para servir como residencia del general comandante del segundo cuerpo militar de Lombardía-Véneto. Jappelli preparó el proyecto, pero no se llevó a cabo. Entonces fue confiado al ingeniero Eugenio Maestri. Los pilares son de mármol rojo y amarillo, y el resto de terracota o piedra de Costozza. El escultor Antonio Gradenigo realizó las molduras en piedra y las decoraciones. En 1965, en conmemoración del sexto centenario de Dante, se colocaron bajo las arcadas las estatuas de Dante y de Giotto, obra de Vincenzo Vela. En el número 105 se alza el bello Palazzo Duse-Masin. Destacan en su interior los frescos neoclásicos de Gian Carlo Bevilacqua, Giovanni Demin, Francesco Hayez y Pietro Moro. 

Tras el número 109 se abre un callejón interior: las callejas ciegas y los patios cerrados −una forma tradicional de urbanismo de las viejas ciudades (Galimberti, 1968), ya que se consideraban espacios de uso común− abundan en Padua. Su origen es medieval. Continuamos bajo los pórticos hacia la Via Umberto I. En el número 126 hay una casa con columnata clásica de principios del siglo XIX. Por aquí discurría el canal de Acquette, que procedía de Via Dimesse, avanzaba junto a la actual Via Acquette y después recorría el callejón de Vicolo Tabacco. En Via San Daniele (la actual Via Umberto) se encontraba el Puente de los Molinos de Prato della Valle, que contaba con varios molinos funcionales. 

En el número 100 encontramos la casa Da Zara; en 1867 −el propietario era el patriota Paolo Da Zara− se hospedó aquí del 5 al 6 de marzo Giuseppe Garibaldi. Prácticamente frente a ella se alza la iglesia de San Daniel, erigida en 1076 en conmemoración del traslado de las reliquias del mártir paduano de la basílica de Santa Justina a la catedral. La fachada actual es obra del arquitecto Agostino Rinaldi (siglos XVIII-XIX); los nichos presentan estatuas de los santos Daniel y Justina del escultor paduano Francesco Rizzi (siglo XVIII). En la pared de la derecha, una placa del canónigo Giovan Battista Rota (1560) recuerda que aquí se hallaba la tumba del genial actor y dramaturgo Ruzante (Angelo Beolco). 

El número 82 lo ocupa el Palazzo Emo Capodilista. Se remonta al siglo XIII y posee la única torre privada íntegramente conservada. Pórtico con arcos de medio punto con frescos, fachada de ladrillos vistos: el edificio parece un castillo bien equipado. El portal es de 1767. Entre los huéspedes ilustres del palacio se encuentra el duque Amadeo de Saboya, segundogénito de Víctor Manuel II, que se hospedó aquí en agosto de 1866 tras resultar herido en Custoza. 

En el número 69 podemos ver el Casino Capodilista, erigido en 1781. Se trata de un edificio de dos plantas diseñado por Giovan Battista Novello y precedido de un pequeño jardín. En el número 46 se alza el Palazzo Venturini, con diseño del siglo XV, sobre un pórtico con tres amplios arcos. Y en el número 36, el palacete Dottori con trífora. En el número 27 encontramos la casa Munari, neoclásica, obra del arquitecto veneciano Gian Antonio Selva. Y en el número 8 destaca la casa Olzignani, construida en 1466 por el arquitecto Pietro Lombardo «con soberbia maestría, gusto refinadísimo, originalidad y sensibilidad» (Marchi, 1975). La simetría es perfecta: una cuadrífora central y ventanas laterales; una pequeña bífora y ventanucos cuadrados en la segunda planta; capiteles en la planta baja y arcos rebajados. Esta joya residencial, construida en piedra de Nanto, sufre desde hace tiempo un grave deterioro. 

En el número 6 encontramos la casa Valmarana, del siglo XVIII, atribuida al arquitecto Francesco Muttoni, con un lateral sobre el canal de Santa Chiara (Santa Clara) donde puede verse un portal de acceso para la comunicación fluvial. Los portales de este tipo, concebidos especialmente para la carga y descarga de mercancías de las embarcaciones, pero también para las personas, se encuentran en casi todos los edificios a lo largo del canal, ahora soterrado, del Naviglio Interno. La Via Umberto I concluye aquí, en el Ponte delle Torricelle (la puerta homónima se demolió en 1819, tras la desaparición de las murallas medievales); una placa recuerda que «Ezzelino/entrando vencedor y tirano/retirado aquí el yelmo/la puerta de la ciudad/ ávidamente besó». 

Proseguimos por Via Roma y un poco más adelante nos encontramos con la iglesia de la Natividad de María, conocida como Santa Maria dei Servi. La iglesia se construyó en 1372, durante un periodo de gran desarrollo artístico y cultural, por encargo de Fina Buzzaccarini, esposa de Francesco il Vecchio da Carrara. Tras la muerte de Fina, su hijo, Francesco Novello, cedió la iglesia en 1392 a los Siervos de María, congregación nacida en Florencia y aprobada por el papa en 1304: de ahí el nombre del edificio. Más tarde se construyó también un convento servita del que apenas quedan vestigios (por aquí pasó el servita véneto más famoso, fray Paolo Sarpi). 

Puede accederse a la iglesia por el portal lateral que se abre en el pórtico, cuyas elegantes arcadas (1511) se sostienen sobre columnas de mármol rojo de Verona procedentes de la capilla del siglo XIV que contenía el sepulcro del Santo y que fue demolida. La fachada oriental discurre a lo largo de Via Roma con su mampostería de ladrillo del siglo XIV y las decoraciones en piedra, las ventanas con las dos espléndidas arquivoltas de ladrillo y los dos rosetones de época gótica y renacentista en la fachada occidental. Tiene una torre campanario con grandes bíforas en los cuatro lados, insertada en el lado derecho del mismo cuerpo del edificio religioso. En la época servita había junto a la iglesia dos oratorios (se accedía a ellos desde el callejón situado ante la puerta principal): el de Uomobuono del gremio de los sastres y el de la fraternidad de Santa María del Parto. 

En la placita delantera, en los números 83-87, se encontraba la pequeña iglesia de Sant’Egidio (San Egidio), donde se reunía el gremio de los merceros. En el número 70 pueden verse restos de grafitis de temas bíblicos. El número 61 está ocupado por el Banco de Italia: tras la demolición de un edificio del siglo XIX, en 1974 se concluyó la nueva construcción, iniciada en 1968 con un proyecto de Giuseppe y Alberto Samonà. La entrada se ha trasladado a la galería, paralela al Passaggio Tito Livio; la de Via Roma busca reflejar la tradición paduana de los pórticos, las bóvedas y los arcos. La construcción, tanto en el interior como el exterior, es de cemento visto, sin falsos techos. 

En el número 44 vemos la casa Da Zara-Mazzoleni, con cuadrífora en la primera planta y cuatro monóforas en la segunda. El 11 de agosto de 1888 nació aquí el barón Leonino Da Zara, que en la cercana Bovolenta construyó en 1919 los primeros aeródromos italianos. En el número 13 hay una pequeña plaza en la que penetraba la fachada principal de la iglesia de Santa Giuliana (Santa Juliana), después de Santa Apollonia (Santa Apolonia), que alojó al gremio de los orfebres y posteriormente, hasta 1916, la imprenta de los hermanos Selmin, que en 1878 imprimieron el «Dantino», la edición más pequeña de la Divina Comedia con un tamaño de 38 por 21 milímetros. 

Via Roma concluye en el Canton del Gallo, que le ha disputado durante muchos años al Pedrocchi el protagonismo de la vida de la ciudad. Toma su nombre de una antigua taberna o establecimiento que se encontraba en este lugar con la insignia de un gallo. 

El origen de Via Roma: unificó las breves calles de Sant’Apollonia, Santa Giuliana, dei Servi y Sant’Egidio; precisamente en Via Sant’Egidio, en la escuela del doctor Anton Maria Gozzi, residió un jovencísimo Giacomo Casanova y conoció a Bettina, la «graciosa, alegre, coqueta» hermana de Gozzi, «a la que después deberá reconocer como su primera maestra en una disciplina en la que adquirirá fama de profesor» (Brunelli-Bonetti, 1934). Casanova se licenció en Padua en 1742.

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