La villa, proyectada en 1597 por Vincenzo Scamozzi para el embajador de la Serenísima República de Venecia Nicolò Molin, es uno de los inmuebles más importantes de Padua. Su interior contiene un precioso compendio de obras de arte realizadas a lo largo de cuatro siglos.
Ahora por fin es posible visitarla en tours guiados por un arquitecto experto en historia del arte que explica las características arquitectónicas y artísticas y las fascinantes historias de las familias que han residido en ella. La villa está abierta asimismo para eventos y ceremonias.
“El ilustrísimo señor Niccolò Molino Cavaliere la construyó de acuerdo con nuestros diseños en un lugar conocido como la Mandria… donde se combina la comodidad y el placer de la villa… El edificio mira hacia el siroco: por delante pasa la ruta principal y discurre el Bacchiglione, río muy navegable”. Así describe Vincenzo Scamozzi la villa Molin en su tratado y así ha pasado de generación en generación desde 1597. Fiel al proyecto original, se alza majestuosa y se refleja elegantemente en las aguas del canal Battaglia.
El comitente: Nicolò Molin
La villa fue erigida en 1597 por Nicolò Molin, “Savio di Terraferma” (literalmente: sabio de tierra firme), embajador de la Serenísima República de Venecia en el Gran Ducado de Toscana y en la corte de Inglaterra, marido de la hija del dux Alvise Grimani. La familia Molin dio a la República de Venecia muchos hombres ilustres, sabios y valerosos en la política y las armas y prelados virtuosos. Los patricios venecianos competían entre ellos en la construcción de residencias suntuosas; así, cuando Nicolò decidió construir una villa campestre para rendir homenaje a su familia, llamó al arquitecto más importante de su tiempo en Venecia: Vincenzo Scamozzi, en aquel momento “proto” (arquitecto principal) de la República, autor de las Procuradurías Nuevas en la plaza de San Marcos y continuador de algunos proyectos de Palladio.
El proyectista: Vincenzo Scamozzi
Scamozzi, el proyectista de Villa Molin, es el último de los grandes arquitectos del Renacimiento, a caballo entre la tradición triunfal de la generación de Palladio y el nuevo mundo de Galileo Galilei. Busca una dimensión propia en una visión de la arquitectura como práctica racional, atenta a los aspectos funcionales y la economía de medios, pero también a una nueva relación con el paisaje, produciendo obras maestras como la villa Pisani de Lonigo (también conocida como Rocca Pisana), el teatro de Sabbioneta o las Procuradurías Nuevas en la plaza de San Marcos de Venecia. Wittkower lo define como “el padre intelectual del neoclasicismo”. Hijo de un constructor acomodado de Vicenza, Scamozzi tuvo una formación escolástica muy amplia, estudiando arquitectura con textos de Sebastiano Serlio, profundizando en el estudio de los edificios antiguos con viajes frecuentes a Roma y acumulando un saber que trasciende los límites de las disciplinas inherentes a la arquitectura en los campos más diversos, desde los clásicos latinos y griegos hasta las obras más difundidas de la divulgación moderna.
La villa
A lo largo de los siglos, todas las familias más importantes de Padua residieron en la villa a través de matrimonios y transferencias de propiedad. Después de los Molin, la villa pasó a manos de los Capodilista y, cuando la rama familiar se extinguió, a manos de los Conti en 1672. A ellos se deben los frescos del salón central, como atestiguan los escudos presentes en la bóveda. En 1748 se hospedó aquí el obispo de Padua, Carlo Rezzonico, que luego se convertiría en el papa Clemente XIII. En 1772 la familia Capodilista compró de nuevo la villa y realizó los espléndidos estucos de las salas de la primera planta. El ciervo rojo, símbolo de los Capodilista, se encuentra sobre las puertas de la planta baja y en otros elementos decorativos, como los escudos representados en los ángulos de la bóveda del salón, que nos hablan de los matrimonios entre los Capodilista y otras familias nobles. Mediante transferencias de propiedad y matrimonios, la villa pasó a manos de los Dondi Orologio. En 1918 fue sede de algunos encuentros que finalmente condujeron al armisticio firmado el 3 de noviembre en la vecina Villa Giusti. En 1955 fue adquirida por el industrial Igino Kofler, que realizó trabajos de restauración importantes que devolvieron a la villa su antiguo esplendor. La restauración de Kofler sacó a la luz los frescos originales, eliminando algunas decoraciones decimonónicas no coherentes con la estructura y la visión original de la villa. La mano sabia y experta de su proyectista, Vincenzo Scamozzi, diseñó volúmenes nítidos y elegantes y una planimetría de una extraordinaria coherencia geométrica basada en el cuadrado, que determina tanto la forma de la villa como de la sala central. La planta baja se articula en salas angulares reunidas en torno a la sala central, dotada de una bóveda rebajada virtuosista.
La escalera monumental conduce a la planta superior, donde destaca la magnificencia del volumen del salón en tres alturas, recubierto por completo de frescos, con vestíbulos que encuadran vistas diversas hacia los cuatro puntos cardinales y salas decoradas con estucos en las esquinas. En el salón central, obras arquitectónicas virtuales, pintadas en perspectiva, recubren por entero las paredes y la bóveda, creando un conjunto grandioso que recuerda a las termas romanas estudiadas por Scamozzi en su juventud. La policromía acentúa la variedad y la ilusión de profundidad de los espacios. Nichos y camafeos ovalados en violeta monocromo abrazan y coronan las cuatro puertas centrales. Se narran episodios de la vida de Eneas, el más valiente de los troyanos después de Héctor. Sobre las ocho puertas de las esquinas, falsos artesonados y jarrones de flores contribuyen a acentuar la dimensión en perspectiva de todo el diseño cuadraturista. La bóveda se eleva sobre una cornisa lineal pintada; en las esquinas, las columnas corintias de mármol rojo delimitan ocho profundas galerías en las que asoman músicos, damas y caballeros. Los escudos de las familias Capodilista y Conti pueden verse en las cuatro esquinas. Las cuatro velas de la bóveda presentan cuatro “putti” o erotes contra un cielo azul que representan las estaciones, símbolo del paso del tiempo y tema frecuente en la imaginería de las villas. El panel central narra el mito de Aurora, que se enamoró del héroe troyano Titono y consiguió que Zeus le concediera la inmortalidad, pero se olvidó de pedir para él la eterna juventud. Al final, reducido a la mera voz, lo trasformó en cigarra. Los ligeros y delicados estucos realizados a finales del siglo XVIII por la familia Capodilista, que decoran las cámaras y los pequeños salones con volutas, enredaderas y camafeos, crean un original contraste. La decoración se completa con lámparas de cristal y muebles antiguos que transmiten un carácter vivo y acogedor a todas las estancias. El elegante pronaos jónico se alza majestuoso sobre la carretera y se refleja en el canal Battaglia. En el frontón se aprecia el escudo en piedra de la familia Molin, que representa una rueda de molino. Los originales capiteles diagonales que coronan las columnas se conocen como “capiteles scamozzianos” y se inspiran en el templo de Saturno en Roma, que Scamozzi había visitado durante sus viajes de formación, en los que estudió y rediseñó las obras clásicas. La logia aparece como una sala abierta, y si se tienen en cuenta las balaustradas ubicadas entre las columnas y el uso de capiteles jónicos con volutas diagonales, no parece equivocado considerar el pronaos una fachada que requiere una visión en escorzo, presentándose ante la mirada de los transeúntes en la carretera y el canal como una calle de la ciudad.